LA
ACTITUD ANTE LA MUERTE
Empezaremos
por exponer la manera de entender la muerte tanto en occidente como en oriente.
En la sociedad occidental de nuestro siglo se caracteriza por la negación de la
muerte y el terror hacia ella, es la mentalidad típica de la burguesía moderna,
que considera la vida como única. Esta visión de la vida es una visión a corto
plazo que lleva implícita una manera de entender el sentido de la vida como
satisfacción egoísta de mis propios fines, en consecuencia para un budista no que
está reflejando esta mentalidad es miedo y desconocimiento de la muerte. Es la
típica mentalidad del “cuidado del enfermo” más no del trato humano del
enfermo. En cambio en la mentalidad budista, se investiga sobre ella para
mitigar su sufrimiento y vencerla. La interpretación típica es la del cambio de
ropa, en consecuencia un no final definitivo, que es no previsible, pero que
hay que tomar ciertas precauciones antes de que se produzca, adoptando la
mentalidad del no apego, del no miedo, de la no violencia. Es la buena muerte,
que se produce cuando se ha vivido correctamente cultivando la paz mental, ya
que sobre todo el estado de la mente en el momento de la muerte determina
nuestro futuro nacimiento.
Padma
Sambhava afirma lo siguiente: “Quién cree
disponer de mucho tiempo solo se prepara en el momento de la muerte. Entonces
lo desgarra el arrepentimiento. Pero, ¿no es ya demasiado tarde?” En la
tradición tibetana, la muerte es un espejo donde se refleja todo el sentido de
la vida, pues la mente la clave para entender la vida y la muerte, ello
conlleva utilizar la meditación como una forma de apaciguar a la mente y
prepararse para ese tránsito. La muerte es el hecho seguro, que lleva implícito
una cierta inseguridad, ya que no sabemos cuándo y cómo se producirá. Mientras
que el occidental se apega a su YO, el budista piensa que el YO es una ilusión
basada en el supuesto de una identidad personal única e independiente de todo,
basada factores transitorios, tales como: cuerpo, dinero, amigos, nombre, hogar,
biografía, pareja y familia. Al apegarse a
su YO, el occidental no entiende la verdadera naturaleza de la mente y
del YO, como algo transitorio y no permanente, evidenciando ese miedo a la
impermanencia propia de la tradición occidental, todo ello se refleja en la
filosofía de la modernidad sobre todo la cartesiana, que inaugura una nueva
forma de pensar y, que reflejan la
típica
mentalidad burguesa, que intenta superar la inseguridad y la impermanencia
rodeándose de más y más bienes, hasta convertirse en sus esclavos. Todo nuestro
tiempo y energía lo dedicamos para mantenerlos y cuidarlos, llenando nuestra
vida de actividades compulsivas a fin de que no quede tiempo para afrontar los
verdaderos problemas. Es la gran domesticación, es el culto a lo engañoso. La
sociedad moderna es una celebración de todas las cosas que alejan de la verdad,
que hacen difícil vivir para la verdad. Esto surge de una sociedad que dice
adorar la vida; pero en realidad le priva de todo sentido real, impidiendo su
propia felicidad, obsesionados por falsas esperanzas, sueños y ambiciones, que
prometen felicidad, pero que sólo traen desdicha. El occidental lejos de
simplificar su vida la complica olvidando que los únicos logros importantes de
esta vida son: ayudar a los demás y adquirir la sabiduría, pues lo que hayamos
hecho con nuestras vidas es lo que somos cuando morimos. Y cuenta absolutamente
todo. Es necesario cambiar nuestra manera de pensar, es necesario tomar
conciencia de que en nuestra mente cualquier cambio equivale a pérdida y
sufrimiento. En consecuencia los grandes principios que deben regir nuestra
vida deben ser:
1. La
permanencia en las cosas no existe.
2.
No buscar la seguridad en la
impermanencia de las cosas.
3. La
percepción de la impermanencia es la
única posesión a la cual aferrarnos
Lo
único que tenemos en realidad es el ahora. La mentalidad equivocada de
occidente es aferrarnos y apegarnos a las cosas para evitar la angustia de la
vida, aun sabiendo que las cosas cambian.
Podemos
idealizar nuestra libertad, pero en lo que toca a nuestros hábitos estamos
completamente esclavizados.
“De todas las hullas
pisadas, la del elefante es suprema; de todas las meditaciones sobre la mente,
la de la muerte es suprema” Mahaparanirvana Sutra.